lunes, 26 de agosto de 2019

Desde una Palabra






Te escribo desde una palabra. 
Siempre en los círculos de su interior.
Son círculos relativamente ovalados.
Se desplazan en las cortinas y la nieve.
Toman el resplandor si es de barro.
Si es portador invisible.
Desde una palabra ya que en el fondo
pronuncia lo que todas.
Tú sabes; no se puede ir de una a otra.
En el insomnio de una sola 
se aguardan aquellas que empiezan a
despertar en sus propias sombras.

Te escribo desde una palabra ya que
es el único lugar donde los límites y las
fronteras pueden deshilacharse.

Mirando el mar desde ella porque
el mar puede tocarse con sus manos y su
mirada pero jamás alcanzarse.

Mirando el mar porque la mirada me
enseñó que tus ojos son los únicos puentes
que conducen a la contemplación.

Pensando en la arena como un
desenlace de la lluvia.

Arrancando un minotauro de tu pelo.

Te escribo desde una palabra
ya que ninguna me pertenece y ese es
el único momento en que podemos
recibir a las cosas
desde una solitaria desnudez que sin
nosotros aprendió a girar en el alma.

Una que encontró en el vuelo
el latido para enfrentar el abismo.
Una que descubrió el brillo
y lo sembró en la penumbra del caos
anunciando así la llegada de
los dirigibles,
el orden celeste de los telescopios
cuando migran.

Para descubrir que los cielos no nos
dirán jamás como suspenden los astros.



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