sábado, 29 de diciembre de 2018

Panorama Boreal de un Rey Babilònico






Un espiral y el silencio
con que un velo recorre la noche.
Busca un trasatlàntico.

El paso del fulgor al destello.
Mi bosque apodìctico igual que una fragata.
El jardìn con trazos de antorchas donde
otro mundo empieza.

El recorrido del pensamiento quizà como 
un elixir que se alimenta de tiburones. Todos
alguna vez abstractos. Todos alguna
vez esferas.

Las agujas naufragan en dimensiones de
espuma porque se agitan en aquellas que son
de arena. Es parad`jico. Por supuesto
contradictorio. Què mas da en un crepùsculo
de doradas represalias.

El viento. Aquel de los capìtulos divisa los fragmentos
de un sol licrado. Semiardiente entre erizos.

Acompañado siempre de bujìas el presagio
nuevamente es lunar
y mi lecho es una cascara de naranja.

Dinastìas de mandarina ahora para las
penìnsulas de trigo.

Los astros retratan adioses muy cerca del punto
que separa y une los àngulos de ese 
universo.

Pero supongo que es un punto infinito.

Porque jamàs se separa de si mismo.

Es allì.

Estoy convencido de que en ese lugar
Nabucodonosor es atendido al fìn por un psiquiatra.





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