viernes, 28 de diciembre de 2018

Los Cuchillos Plateados





Durante el día el verbo se dirige a la contemplación.
Igual que un hombre.
Seguidamente un parpadeo en el hollín recuerda
su llegada. Las antorchas apagan su 
diálogo con los astros.

En una libélula un manantial luce su banderín
y su corola.

Algunas aves sostienen que mirar es absoluto.
Que mirar es un carbón o la nieve
raspa una erupción.
Roza un cráter.
Besa un fascículo de cuchillos plateados.
Pero eso es imposible.

Entre las hélices el movimiento del mar recoge
trayectorias inasibles; una epifanía podría 
ser una. Un coloso otra.
El centauro que nos guiña con sus tres ojos otra.

El ser en la arena es inspirado por un tímpano
de aceite o un médano.

Se dice que tal médano pero no en un sentido místico.
Se dice de ese médano cuya intuición lo guiará a 
la hoja del viento que ascenderá a los árboles.

Se dice mientras caminamos en un tiempo
lleno de estandartes. De perfiles cuyas dialécticas
edifican su soledad. 

Todas llenas de racimos.

Buscando en las pupilas del sueño el nombre
que les pertenece.






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