jueves, 20 de diciembre de 2018

Teoretiicidad






Una estrella medita.
Así -sostiene- es más seguro encontrar su nihilismo.
Miles a su alrededor observan una que otra
galaxia.

Las astronomías son ahora una forma de dirigible.
La metamorfosis del mismo se llena de poliedros.

De cantos con características hiperbólicas.
Adverbiales. Con noticias de una manzana o del aire.
De esa especie de alabarda que toca el halo.
El desvelo.
La sílaba que recorre las mejillas convertida
en catalina o aeródromo. En este momento hablamos
de esa silaba en términos liberales o
inconmensurables.
Da lo mismo en la brea.
Da lo mismo en los relieves que parecen destellos
entre los carbones.

Nosotros acompañados de algunos jaguares también
meditamos. La distancia que existe de
este acantilado a los muelles nos dice que podemos
hacerlo. Que incluso al graficarlo
surge una especie de aurora que desconociamos.
Muy a nuestro pesar empieza a desgarrarse.
Por supuesto de manera evanescente como la
objetividad.

Pero ello no es sino responder a una proposición biológica.
Ligada al metabolismo.

Y los jaguares lo saben.

Conocen de ello porque pasaron su vida entre las utopías.

Yo no puedo decir lo mismo.

Nadie que ha vivido en las calles puede sostener una
utopía.

Por más que su universo a diario se haya convertido 
en lo siguiente; una tras otra metáfora

-eso claro es muy teorético-

desfigurando hemisferios.






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