lunes, 31 de diciembre de 2018

El Anhelo del Poema






Siempre se anhela un poema.
Así -creo- es como se empieza.
Con el anhelo.
Con el ansia.
Un ansia no exenta de vértigos ni revoluciones.
Mucho menos de aristas.

Así se saludan los navíos en lo remoto.
Todos en esta mañana llevan palomas de granizo
en sus sienes.

Lo cual parece inédito.
Lo cual significa que una astronomía llegó al mar
con un bozal en cada uno de los astros.
El universo los colocó allí para diferenciarlos de las 
estrellas. Así otros lenguajes.
Así otros idiomas se oyen en los tambores
del crepúsculo.
Bajo acantilados que duermen.

Siempre se anhela un escrito.
Incluso aquel que no determinará el principio de una
imagen que encalla entre la realidad
unida profundamente a las
formas.

Siempre.
Con un lazo amarillo que la transparencia
hizo mutar en los acantilados con un solo pétalo.
En una sobrenatural idolatría.

Donde los naipes desarrollan entre las 
constelaciones una realidad.

Y cada ser sobre la tierra la oprime en
sueños.






No hay comentarios:

Publicar un comentario