sábado, 21 de enero de 2017
Los Vellocinos de las Sienes
Recuerdo la hoja especialmente por
su caracter; quizà hispanoamericano. Eso està escrito
de manera volatil en todas las raices.
Por sus adjetivos que no siempre caminaron
hacia los mediodìas con una idolatrìa en el pecho.
- el pecho no deja de ser una peninsula-
Con su limòn de leche en una gota de agua
dormida en sus cabellos.
Recuerdo la hoja porque era un helice de
manera primordial en una grieta, repitiendo en la
orilla el origen que traìan los prismas.
Era un origen con bolidos en ellas.
Con jabalinas y recorridos de boyas transparentes.
Con teorìas fisicas del mar en un velo cuando los
hemisferios en èl se duplican.
En los ciclos de plastilina.
Recuerdo la edad de porcelana, en una mañana
de eter, esparciendo kilometros de arena
en el rostro, mientras la luz pertenecìa a una luciernaga.
A un casco de hidrògeno en el sueño.
A una higuera recorriendo el presentimiento de un
asta, iluminada por espacios de eter
Por hojas que recorren el vacìo y el caos en la
tierra; vacìo y caos denominados por una maniobra
de silabas.
Por una trayectoria de eventos llenos de
cartulina.
Algo asi como llegar a la primera
cantera de sepia.
Y colocar allì la palabra que
seguramente serà olvidado por lo arcano.
Pero no por nosotros.
Ni por los palidos vellocinos de nuestras sienes.
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