martes, 24 de enero de 2017
Aquello que Despierta
Como un oceano que escribe de las legañas de los ojos.
Igual a una cigarra que se desvanece en las hojas del acero
llevada por el numen del viento.
En la hojarasca transformada en amapola.
En el exilio del naipe en una boreal exegesis de los druinas.
En las estacas del pliegue y las bovedas donde los aluminios
escupen en las corazas.
En las dosis astrales de los cigarros en la silueta del fanal.
En el bajel que toca la intensidad y acaso regresa
con la ilusiòn de un castillo de leche oprimiendo las siluetas
de los leviathanes.
Como estrellas en los dìas particulares de un coso.
En lugares iguales a las doctrinas y el paso de los vidrios
por alguna peninsula en llamas.
En el lacteo recorrido del mundo a un cartel de piras con
maquillajes bronceados por las urnas.
En el tràfico de los eslabones en los rostros de un niño.
En los juguetes que caminan de la alquimia a la quiromancia
con una estrella hieratica.
Durante la instrucciòn de las grietas entre lo inexpresivo; asi
es como llegan a la existencia sus murallas.
En los patios con individualidades recorridas por la lucidez
de algo racional como el sueño entre las alambradas.
Entre los puertos conquistados por baule que llegan a los
gorjeos ebrios de bandadas.
En el punto onomàstico en las quimeras y las versiones
de un domicilio abstracto en los panales.
En el plano del silo en una envergadura de bronce.
Donde las equidistancias apagan el lumen.
Y desesperados equilibrios las despiertan.
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