miércoles, 11 de enero de 2017

La Realidad llena de Planetarios





Antes que tù vivieras hubo una rada.
La historia de un boligrafo debajo de la arena.
En un area dedicada a linchamientos que por lo general
no encontraron lo evanescente, pero formaron dìas
enteros de perdigones. Veranos completos de 
urnas.

Creo que en ese tiempo los dioses vivìan en los teatros.
Junto a la apariencia de la realidad.
Pero la realidad no lo sabìa. Ella sòlo era una especie
de encantamiento lleno de planetarios. Una paloma de zinc
varada en los perfumes.

En lo que se refiere a las calles la misma gente caminaba por ellas.
Sòlo eran distintos los rostros y nombres.
Las cabelleras de crines pronunciadas a lo lejos por las
estalactitas en las cuevas. Allì los murcielagos
aprendieron entre los sonidos.

El oceano era un grillo, enorme y fugaz como un ciego.
Su futuro era el de una vena en un anfiteatro hecho de mentones.
El oceano era un grillo, pero tambièn era un gallinazo
con una citara en el amanecer llena de
treboles y aerosoles.

Sutiles puertos de arcilla en el polen.
Diagramas de una clepsidra en un critico evento.
Sintèticos muelles de granizo en el polen. Cubiertos de boinas
y abrevaderos, donde existìa una manzana. Un fruto
hebreo de efigies en una extraña soledad.

Una soledad escribiendo en los hexàgonos.

Y tomando relieves de yodo en sus tremantes.






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