miércoles, 18 de enero de 2017

El Lugar de las Palabras




La primavera duerme sobre una de sus olas.
No sè cùal de los verbos encallarà en sus espigones y los
circuitos del alba donde es rasgado el erotismo.
Tampoco sè si los idealismos son tomados de las fogatas
tal como se toma un tallo de los girasoles.

Existen criterios de grasa en los equilateros.
Nombres triangulares en una curvatura de oxido.
Es preparado un lenguaje de hielo para que puedan
leer los esquimales.

Una lengua de papel corta el mar como si fuera un abecedario 
de nueces. Murcielagos de yodo incrustan su piel en un tono
de propiedades maritimas. Màs allà de la hoja hay un
cordòn de fuego dormido sobre un escalofrìo.
En las alambradas lanza su primera palabra un 
espantapajaros.

El mar es un petalo irreconocible.
Una flor de agua desfigurandose en la arena.
Una sensualidad que llega de lo viscoso, de la saliva
en lo lejano o el interior de un mineral horadado
por una cresta en la distancia.

Operaciones de gruas sostienen una elipse. Una memoria
que atraviesa o socava, que elige el corazòn
para escribir sobre un alfabeto de arena. 

Hay cosas que posan.
Idolos que llenan de los frigorificos.
Heraldos de pus que cruzaron la realidad entre identidades
y preludios.

Mientras tanto lo ùnico que hacìa el poema era repetirse.

Cambiaban de lugar tan solo las palabras.







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