lunes, 23 de enero de 2017
Raices de Plastilina
Creo que alguna noche las fabricas viraron.
Que sus hechos alcanzaron una ceniza al soñar en el
interior de un parpadeo.
Creo en las maquinas que arrojan destellos en una
lonja; todos son industriales. Hay un obrero
dormido en una lonja de sus alas.
Que las brùjulas anduvieron entre brillos de escarcha.
Creo tambièn en el origen de una botella circunvalada por sienes
y minaretes, donde las melenas impregnan de buhos
todo aquello que significa la vida por la noche.
La existencia paralelamente escribe como si fuera
un talamo y sus poros refractan una especie de luz
en cada escencia del oxigeno; una escollera
al principio del camino con mediaticos
impulsos de cintas y televisores colocan una aleta
en un arnes para que ello suceda.
Escribo desde un microfono con bicicletas y frutos
en alguna que otra ironìa, donde los minerales
escarban por la noche entre los travesaños, impulsados por
estelas y ofidios que propulsaron sòlo un
mitogràfico coral en el pecho
o una brizna de carbòn sin hegemonìas.
Creo que algunos de los camellos enhebran en sus jorobas
peninsulas que recogen la piel de un talisman
y los espectrales anuncios de alfileres en un
cromo; multicolores como un anuncio vertebral de
huesos. De yescas y el lampo de una atrocidad en los
sistemas de un megàfono.
Que en cada fasciculo duerme un demonio
con pistas de helices y numeros que arrastran en
sus taxonomìas, girasoles inundados de acido.
Que en ese mismo fasciculo observan los
birremes el espacio de eter en las acupunturas.
En las manzanas de leche.
En los planetarios donde lo indòmito recorre
veredas de iris y polisemia.
Veredas de infinitos pronombres en los limites.
Una vez han alcanzado la cera.
Y colocan raices de plastilina en ella.
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