viernes, 9 de septiembre de 2016

La Dimensiòn del Aura






Algunas cosas tienen la ubicaciòn del granizo.
Otras poseen la dimensiòn del aura en una alambrada
donde duerme o sueña el polen.

Tambièn estàn aquellas con brazaletes de invierno.
Llenas de bozales e intestinos en una rada de la arena
sobre relieves de deseo y precursores.

Algunas cosas tienen el fìn y los diametros. La
conversaciòn ancestral de los equilibrios, las gamas
y equidistancias que naufragan tras los velos
con una occidental estela de peces.

Se encuentran en un mundo de craneos.
De nombres de prolipopileno. De saetas y linternas
donde el vidrio elige sus incrustaciones.

Bajo un canto de poligonos que deletrean.
Bajo una incursiòn en el azucar del arnes o la amapola.
En una expediciòn de hule y sirtes.
En los remotos horizontes donde empieza el alma.
Donde el espìritu encuentra una vez màs
su eliptico jardìn, su caminata en 
las espinas como quien
besa una y otra vez la sangre
cuando se respira,
cuando se tiene un atolòn o una aleta 
circunvalada por las olas.

Algunas cosas tienen sus exilios y destierros.
Su plaga en el hombro y sus tejidos, por donde una
espiga realmente es un dinosaurio y las cortinas
en las alamedas, significan el tempano de
una ciruela abotonada por
las cenizas.

Y en la mañana nos preguntamos despuès de
que nombramos estas cosas por paises de ensueño.
Por las superficies en una habitaciòn de yodo.
Por los estandartes en el lazo azul de las bolicheras.

Arboles que se despliegan en medio de la pista
deteniendo al mediodìa automoviles.

Motores de hiedra en una legiòn de papel, donde
lo urbano vuelve a lo hialino o es nada màs
una apariencia de una efigie
en cuyas venas se erige entre la soledad un dìa
hecho de sombras.

Lleno de bicicletas y morteros en medio de una 
aguja.

Donde se organizan cada dìa de forma distinta
los elixires.

Y entonces la linfa se agita entre la realidad de 
manera interminable.






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