martes, 20 de septiembre de 2016

Los Planetas de Acrìlico





Planetas de acrilico llenan de azufre las escolleras.
Planetas que en sus dìas coronan una frente de vapor.

Inviernos de luces y palabras como las que son escritas
ascienden a las costras llenas de parpados. Sobre la 
estrella se forma una nociòn de sangre.

Los paises vuelven a encontrar sus lìmites.
Las banderas son ineditas como las cartas de un peciolo
o el aceite entre las transfiguraciones.

Extraños parques percuden de bronce el aliento
de los seres que habitan en ellos.

Entre disturbios cosas semejantes a las que esconden las
venas resplandecen celestes en el humo; sobre este
se enquistan crepùsculares higos.

Todo vuelve a estar solo, lo sè.
Las cosas regresan a las palmeras como las galaxias
de liricas primaveras sujetadas por algo que podriamos
denominar el numen.

Todo vuelve a estar hecho de lacteos espejismos
y forenses nucleos, agitados por los
paraguas de la tierra.

Planetas de azufre coronan las flautas.
Son como panoramas ineditos en un anfiteatro de trigo, 
son como una luz que pareciera provenir de la cera.

De las almenas donde espantapajaros forja el diluvio
con caparazones indeterminadas como
la definiciòn de una radio.

Efigies y trenes de sal. Temporadas de oceanos
envueltos por tijeras, Silencios de pinzas
en los lenguajes que el tiempo coloca en una lampara
y es concedido entonces un instante que riela,
un himen cuya existencia es a vapor,
un nùmero que oprime los botones
hasta la llegada de un brillo material hecho de
analisis y espumas,
de amapolas y albuferas.

Todo esto -claro està- despuès del sueño.








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