martes, 27 de septiembre de 2016

La Construcciòn de un Peciolo






Cuando lleguè a la arena, pensè en las cosas con
las cuales se construye un peciolo. 

Asi, reunì un abanico, un frente de siluetas que recogen los
màstiles encerrados en el aire durante un atardecer,
tambièn el canto de los globulos elevados
por un animismo. En todo ello pensè
cuando lleguè a la arena. Todo 
-teoricamente- servirìa para construir un peciolo.

-no sè si bastaba para ello, nuca pensè si bastarìa-

Yo estaba solo como una tarde tratando de construir 
un peciolo. Eso es una cosa casi indescifrable
hecha entre lo remoto por la idolatrìa.

Pero estaba en la arena tratando de hacerlo.

No habìa arte 
en todo lo que me rodeaba. Debajo de una costilla 
dormìa un pelìcano y debajo de un neumàtico
los grillos iniciaban un exodo. Esto ùltimo
era una transfiguraciòn y segùn los titulares de los
periodicos se trataba de un tiempo en que
los nervios de los objetos eran completados por
las figuras.

Cuando lleguè a la arena, pensè que serìa dificil
construir un peciolo. Por màs cosas que llevara a la
arena -un canto de globulos que se elevan, por ejemplo-
significarìa algo extraordinario lograrlo,
màs aùn si hablase de un lugar que las olas barren la
superficie de la arena a cada momento. 

Còmo edificar un peciolo en un lugar batido a
cada instante por las olas, donde una extraña poesìa
habìa soñado durante siglos, maleficios.

Què extraña poesìa la del oceano y la orilla.
Què maravillosos maleficios.

Què misteriosa la intenciòn donde se intenta constuir
un peciolo en la orilla.

En ese lugar donde las olas baten su propia eternidad.
Sus misteriosos perihelios.

Misteriosos ya por si mismos.

Y por lo tanto ajenos al sueño de alguien que llega
a la arena.

Creyendo absurdamente que en ella se puede 
edificar un peciolo.






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