lunes, 15 de julio de 2013
La Voluntad del Habla
Cuando escribimos del mar nadie es felìz,
pero como no hay felicidad dejando de caminar
siempre a algo, elige el mar. A ello llegamos
por conclusion neuròtica.
- Esa conclusiòn la debo a la linguistica,
mas que al lenguaje-
Ahora, si la felicidad acuerda otras cosas,
està la arena para comprenderla. Se dirà
que toda comprensiòn es un suicidio. De
manera alguna trato de entender ello, de
entenderlo - mas no, como un suicidio-
Es dificil, gnosticamente hablando. Para
mì es tan dificil.
Pero en presente estàn los àrboles.
Alguna vez contuve en ellos el soplo,
la trinidad del barro en mi brazo, la
multitud de mi escarnio lleno de parentelas,
buscando vigìas entre los ataudes, una
ojiva sin resplandor, ese cuarto creciente
de luz sin convertirse en hiedra, la medusa
del himno advirtiendome de oràculos
preñados de cìmbalos, donde mi patrimonio
era colmado de aeroplanos cuando no
de vidrios. Ninguno de esos vidrios fue
voluntad de la transparencia
Y tengo una figura de verano en los pròlogos
del aceite, no sè cùal es la manera con que
llegan al oceano, no sè porquè hay tantas
cigarras cuando el verano desarrolla superficies,
pero el universo es gigantesco detràs de todo
lo que toco. Estoy diciendo, que siempre serè
muy pequeño, eso simboliza vivir màs abajo
del latido.
Intensidad de liebres que corren tras solsticios,
meridianos en cuyas latitudes separabanse hilos,
hoy desciendo a sus sonidos, como si cada punto
en su geografìa despertara un mendigo, un racimo
de erotismo, oprimiendose entre tenazas de agua,
liquidas como el sol de un articulo en la playa,
liquidas en este plano de ilusiòn buscando el
poder de la inspiraciòn en el habla.
Cuando existe decidida sòlo por su silencio.
Guillermo Paredes Mattos
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