miércoles, 31 de julio de 2013
Antologìa Sonar de un Embarcadero
No habìa reparado en ello.
De no levantar la mirada no hubiera
sido conciente de ese rostro y ese rostro
no hubiera sido conciente del mìo.
Desde el instante en que fuimos concientes
todo se convierte en un reloj.
Y debido al tiempo encerrado en èl
podemos sostener esa conciencia.
Por esa conciencia es que algo màs que
esa mirada caerà, estoy seguro.
Hay un espacio donde las mayòlicas poseen
el dibujo de una constelaciòn, ese es el primer
descenlace.
Existe un niño que acaricia el piso de ese espacio
convencido en absoluto que no hay otro universo.
Este segundo descenlace termina con una
mujer que lo vigila.
Por estas mayòlicas miles de huellas han sido
y seràn borradas por otras.
Eso es evidente.
Y como yo no soy un buen observador, me dedicarè
a definir en esos pasos, la naturaleza
que los hace diferentes.
Este hombre por ejemplo, camina raudamente,
hay otro que al cruzarce con èl, lo hace de manera
muy lenta.
Es muy extraña esta imagen porque no la considero
poètica, màs aùn cuando no entiendo cabalmente
la poètica de ella. Mi ignorancia no està fundada
en que sea o no cabalistico.
Està la muchacha que aguarda en un embarcadero,
inquieta, auscultando de un lado a otro, tomando
su telèfono una y otra vez. Pregunto...
Cùantos movimientos habrà perdido,
cùantas ideas se habràn quedado a mitad del
camino en esa espera, sin llegar a ver
el pensamiento. Esa muchacha
que no es otra cosa como todo ser
en este embarcadero; especulaciòn
tras especulaciòn. Nada màs.
Tambièn cito los pasos de un tipo con rostro
muy triste. A cada paso su tristeza adquiere
mas peso, incluso al llegar a la salida de este
embarcadero, la misma toma dimensiones que
trascienden su existencia y cuelgan ya de su mirada.
- ya no puedo hablar sòlo de tristeza entonces-
No sè si ese hombre llegarà a terminar este dìa.
No conozco nada de su espìritu, asi que afirmarè
nada del mismo. Riesgos como ese no sè tomar.
Lo poco que puedo decir es que ese hombre es
toda la tristeza.
Una tristeza llena de antonomasias.
Una antonomasia llena de hipèrboles.
Ahora: No habìa reparado en las diferencias
que todo ser cede, al atravesar estas mayòlicas,
sino hubiera sido conciente del espacio
que me separaba de una muchacha.
En cuanto a ella, ya ha desaparecido del momento
en que levantè la mirada y de èste.
En cuanto a mì, sigo en el mìo.
Guillermo Paredes Mattos
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