Calculos pesados de esfericidad.
Uno egocentrico, en otro el equinoccio
caudal del bastòn mientras huye. Luego,
batistas del lapso temprano en las boyas,
crean latitudes de longitud y espera
donde desembarcan leprosos. Seguidamente
un condenado amenaza el zigzagueo del reloj
empalando ardientes tesituras del tiempo.
Tirànicos comportamientos de exodos: El
lecho y la elevaciòn consumen efigies de
remordimiento, conquistas de subitas ramplas
dominando un rìo. Sobre èl, una caleta de
miedo junta un caliz, una fuente, una especie
de fogata en una cirugìa llamada a
desprender el extasis, una sentina de orgìa,
el periodo del tramo donde olvidamos
una frente y la iridiscente coherencia
de ilusiòn entre occidentales virajes
donde el extravio
luce mandarines
al follaje del heliòtropo.
Baquicos aludes. Idiosincracias de volcanes
asolados por humaredas, grescas de hipnoticas
laminas, emprendiendo sobre los oleajes
la quìmica de su sesgo,
perpetrando azul tras azul
en los mares, una ola.
Calculos pesados de esfericidad.
Inalambricas tomas de yesca en el limbo
del eter invocando azogues, ensenadas de
tierras y vocaciones donde fusiformes unidades
de sol en la plaza de los hunos, en los mastiles
del sumario, monitorean nuevamente
el alfa errante del lèxico.
Sobriedades de talentos mitòmanos
como la corpulencia. Aerea sensualidad
de un invierno
primordial o efìmero,
en imperios donde la aguja busca milenaria
un proceso, un bote, una pira enarbolando
su mirada todavìa, dirigiendolas
siempre a ese infinito de polvora.
Guillermo Paredes Mattos
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