domingo, 28 de julio de 2013
El Vestal de las Hienas
Sobre el màrfil rocoso del veneno
durante el tiempo en que se unen las
tinieblas.
Cuando las habitaciones son antros
de disciplinas creciendo entre las dunas.
Y entre ellos los druidas, los reflejos y
semejantes antinomias de espìritu quimèrico,
nos devuelven astronomìas de
sepia, derivadas occidentalmente del òpalo,
de gorjeos mediterraneos como
el agua o un gitano,
leyendole el destino a un maleficio.
Un maleficio donde la magia no perdona.
Maleficio donde las cosas se visten de
abstracciòn para ver en
su inspiraciòn el hechizo de otra
reminiscencia,
bajando como un niño
con perdigones de carne.
- No digo que toda abstracciòn se inspire,
generalmente duerme-
- No afirmo que entre ella y la mayeutica
sucedan cosas como el alfil y la
torre-
Entre ese niño y las libelulas.
Entre su infancia y todos los meridianos
no existen huesos,
sòlo el presagio de que el esqueleto donde
yerran es sòlo un forastero,
una impresiòn casi romàntica
donde virgenes
de hienas,
conciben las murallas de una construccion
edìpica para mis barcos.
Barcos de donde inexorablemente se elige
aquellos que zarpan,
aquellos donde se encuentra
el brillo màs luminoso de
nuestra muerte.
Dos ideas, dos obeliscos mentales
que al formar sòlo uno,
recrean los travesaños hermeticos de
la existencia.
No de la vida.
Guillermo Paredes Mattos
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