Mientras la lengua logre individualizarse.
Mientras sea esquiva al hombre para morir e
interceptamos con expiaciònes, hablando
de luces, adherièndose a treguas nocturnas
de idolatràs, que frenèticamente espacian
sus objetos con un acto de manivelas
y dirigibles en un velo.
Cuando ese velo, detiene mirras de sables
que asolan los cielos y nacen los veredictos
con efigies que acercànse otoñales, ocultas bajo
un arrobamiento, sintièndose halos, en tonos crepùsculares.
Mientras la sensibilidad agota su gesta
y la brea en ella pierde la direcciòn del asfalto
porque es comùn no alcanzar el botìn de los perros
cuando sus salivas estàn llenas de luces.
Y nosotros vemos columpiarse
el libro de la promiscuidad cuando las paredes
arden en la proporcionalidad del sentido
aquel que mantiene el esqueleto sobre
esquemas que crean un rìo.
En estrùcturas que arrojan toda su vida, incluso
su sombra.
Esa sombra donde empieza entre el remordimiento
la cultura del pensar. El esbozamiento de la idea.
Y esas ideas estàn llenas de saliva.
Es dificil beber de ellas. Pertenecen a
los perros.
Pero estàn llenas de luces.
Guillermo Paredes Mattos
viernes, 2 de marzo de 2012
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