Una carta.
Una palabra, el episodio
del superlativo en ella.
La conexiòn lunguistica del barro
con mi pobre narraciòn.
Uno de mis ojos estàn tristes, el otro
semeja un aguila melàncòlica, llena de aire.
Màs allà un hilo de perlas detiene el momento
donde la tierra se inclina
como un maniàtico a la aurora
esperando algùn regreso.
Y todo se borra, prolòngadamente como el cirio
De manera tan individual que los dìas pesan
con instancias de ototño, de muerte febril
como espejo, de salida a lo gamado como un eco.
Es un tiempo donde los corceles se bañan de erotismo
y los lampos desnudan los planetas.
Pero todo se borra, prolòngadamente se borra
y para ello los rìos buscan individualmente
su idolatrìa,
su generaciòn de uvas desconocidas
de calles y tradiciones de estambres
viajando entre los hombres.
Para nunca regresar.
Guillermo Paredes mattos
sábado, 24 de marzo de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Se lo lei
ResponderEliminarAlgunas palabras no las entendieron
Pero la esencia....
La esencia del poema la entendieron al vuelo
Les gusto
Tambien son sensibles y a veces
Tienen los ojos tristes
Solo a veces
Bueno, cualquiera tiene un glosario a la mano o un diccionario...jejeje. Lo importante es que no se cubrieron las inmensas orejas.
ResponderEliminar