martes, 6 de marzo de 2012

El Evangelio del Mar

Está el mar sobre una superficie de alas
que liban su naturaleza.
Arrastra la fortuna de un eco en su viaje final
hacia el silencio.
Vibra en la armonía de una campana tomando
de la marea su reflejo.
Compone una música trágica cuya invención
es un huerto.
Un jardín de heridas donde desnuda el verbo
su amanecer de retinas.
El plural que se pierde al intentar tomar
el universo.
La forma de un palacio construÍdo en los dedos
por la nieve.
O el candelabro que inspira municiones ahora
que he escuchado.
Torrente que descubre en un puñal la memoria
de su inocencia.
Nosotros la llevamos para que como ayer el dolor
vuelva a traicionarnos.
Y sea canción de metal que brilla en el acero
de las caravanas.
De este crepitar tomando los espejos de
una montaña.
Ese extraño reflejo donde el brillo se confunde
en una imagen.
Está el mar como un soberano que vuelve a
destruir planetas.
Un borracho de sal que esgrime disputas en la
casa del desierto.
Un elixir en el conjugar del agua con un espía
de voces submarinas.
Un tremante donde la ironía presenta su postrero
encuentro con la lluvia.
Camina repitiendo el halo que sus mágicas
penumbras conocieron.
El extravío de una melodía que en su lira
abandona al plañido.
Y éste enfrenta esa distancia que esta enferma
entre amarillos horrores.
Ciencia del que brama en su epístola de navíos
con las uñas.
He sido liberado sólo por lagunas que perdían
su piso en el sueño.
Fuí seducido por cacofonías, bebo antologías
que no son de agua.
Dejo a la belleza porque es demasiada perfección
para mi sueño.
Concibo la derrota como un cuaderno que divisa
la noche y su itinerario.
Está el mar y mi espíritu camina sobre las aguas
pero sin ningun evangelio.





Guillermo Paredes Mattos

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