El estado no era lunar, pero descencìa del espacio.
La naturaleza juntaba su estirpe -aquella que caìa- para crear.
Luego -lo escrito- era una posiciòn,
una maniobra del arte cuando tropeles y circunstancias
ofrecen papeles...
Obervo el oceano, su silencio es estructural como
una silaba, semejante a un hecho ligado
al vacìo. Y percibo que esa sensaciòn
es inclinaciòn de un halo
el vicio de articos sombreado por la espalda,
antes de convertirse en
concepto.
Mimesis de plomo para aquel
que sueña sobre los iones.
Idiomas de una extrella
dominada por jinetes y balsas.
Nùmeros de ciclos para guiar
a los sueños.
Frente a nosotros la marcha
del corazòn se desvanece
buscando irradiar con su fuerza una plaga
una horda, un cielo de alfiles
comparados con la nieve.
En un invierno llevando lenguajes
de frio en sus corolas.
Guillermo Paredes Mattos
lunes, 5 de marzo de 2012
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