viernes, 8 de abril de 2011

La Regiòn de dos Soles

Hàblase de astros.


Por ello puedo detener un poema. Buscar en su continuidad,
pasear entre su devenir.

Cederle el paso siempre y cuando se haya mutilado,
asi mi espìritu puede aconsejar a sus renglones
ya que sòlo puedo hacerlo a partir de lo
que he vidido
y he sido mutilado por mi mismo
muchas veces.

Las evidencias son obvias.

Toda èsta estrofa podrìa resumirse en una sola
pero hoy no es necesaria
tampoco una razòn suficiente para la luna
o su colapso, tampoco.


He creado barricadas
- no sè si sirvan de algo-
intentè asi guardarme de èsta alma
y no crecer tanto
-almàticamente hablando-
ese termino pude ser dañino
pero eso no importa,
basta que mi noche se acerque al diluvio
en el instante que es aplastado.


En el momento que una tormenta persevera
en otra o aquella sin ser vista,
con aires de lugubre mantis de brocal
y abrevadero.

Pero hay que temer a otras cosas.
Al pànico pues logradamente intenta suspenderse.

Al corazòn con propensiòn al milimetro
y su desastre.


Puede el poema detenerse
sin necesidad del hombre,
sin una revoluciòn ni un arquetipo
o el juego provisional de una manìa
cuando es escàndalosa en su reflejo
de verano tàcito.

Puedo y puede detenerse el poema.

Son dos cosas al azar cuando la insurecciòn
lleva a la deriva un texto,
una insurrecciòn personal y misògina, con tintes
de màgicos desengaños.

Es y camina como una psicopatìa metabòlica
debajo de los puentes.

En cada palpito posee el don de traicionarnos.

Eso tambièn es mìstica.

Y sòlo soy el hombre.

El palido juicio que no puede sostenerla.



Guillermo Isaac paredes mattos

No hay comentarios:

Publicar un comentario