Las formas se unen, pero eso no salva al hombre.
Tampoco los capìtulos del èxodo
el devenir del vientre sobre una luz de invernaderos
llenos de trozos donde el amor
se fragmenta.
Pero tù miras, la piel se abre para que la sangre
forme su enjambre en el espacio
y nadie puede tomar ese eco
ese topacio de alabastro
esa imagen purpura.
Y vivì bajo otros espejos.
Las reliquias fueron brùjulas sin sentido
en mi corazòn,
las mariposas encubrìan su espìritu en
los àrboles,
antes de una llegada dimensional
donde se preguntara
como el principio
preguntò en la inteligencia,
como lo hizola propia creaciòn arrojada al relato
al nombre de las propiedades y los
sinònimos del sueño adheridos a
una plaga
a un prelado de mimbre
a esa liturgia con la cual asciendo
a la noche
como un topacio solido y distante.
Un pedazo de diamante terrible
y extraño
en el ensueño formado por sus metaforas
cuando duerme.
Y su vida es recorrida por cartilagos y
projimos.
Por larvas de mamiferos sin posibilidad
de las aguas
y los movimientos.
Eternamente replegàndose.
Guilelrmo Isaac Paredes Mattos
miércoles, 30 de marzo de 2011
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