En escencia la lluvia.
Los tèrminos antiguos del rocìo.
el cirio y el tema donde la perpetuidad
se bate con sus eslabones intentando un instante,
una ceremonia ajena a los tallos,
un lunar sin puas.
Tambièn la arena. El tèmpano dorado. Allì
la especie baña un crucifijo,
la formaciòn de intensidades y musgos,
donde las algas llevaràn tu corazòn
como lleva el cielo una nube,
como la humedad la forma
màs refinada del agua
y eso en comparaciòn con esta noche
debe ser el encantamiento
que sobrevive en mis heridas
y las obliga a cantar igual
que la voluntad en la existencia.
Y los reinos del ser en una hoja
lo afirman, sin esa trompeta
que rompe una cumbre
para albergar sòlo nada.
Sòlo nada y esquimales
de crestas.
Sin ese lègado del tren en los rieles,
lègado de tristezas y vagones
de sombra, cuyo iridio
da origen a los manantiales.
A las purpuras estelas
descubriendo el delirio en una hoja,
en las catedrales de una estrofa,
en ese adivino del cabello
insinuando en las sienes.
Los fantàsticos caminos del parpado.
Guillermo isaac paredes mattos
miércoles, 13 de abril de 2011
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