Una superficie ambicionada por contradicciones.
Los cantos irreproducibles de una matanza.
Nuestra responsabilidad matizada por un brío.
Dónde a barlovento es llevado por los vientos
los bolidos...preguntámos...
La izquierda del cadaver...
La que sembró politicas junto a la razón.
Cuando ésta se quemaba sudorosa en la playa.
El agregado de las fortalezas y el pico
hundiendo palcos.
El amanecer de las cínicas estrellas.
Yo amé una y le hablé cuando ella no podía
pronunciar palabras.
Y sus sonidos eran atroces como éste poema.
Como todos los escritos que seguramente serán
rotos por mi cara. Mi cara es sólo una
de mis palabras.
Hasta entonces un patio de carbón reconocía
las paredes donde dominaba el secreto
la fatidica horda de lo luminoso.
Y la dialectica retozaba entre faroles
donde escondiase mi poesía.
Temerosa ella de un participio.
De esas comprensiones, anagogías
con que partía a la busqueda
del estremecimiento.
Pero como siempre.
Mi espíritu llegaba tarde.
Y el estremeciemiento junto con
sus archipielagos.
Habían partido.
Guillermo isaac paredes mattos
viernes, 15 de abril de 2011
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