viernes, 15 de abril de 2011

El Latido del Cometa

El desierto se arrastra con un olivo en
los dedos.

Se anuncian bastardos de huesos en ellos.

Desde los ojos podrìamos recordar
como morìan sus auras, empujarnos a sedas,
envolvernos sobre triangulos desertando en pos
de todo desdeciemiento,
de cumbres inasibles. Hialinas. Todo èsto
en su espìritu.


El desierto. Hay hombres que tallan en su
corazon los hilos de un pulso para que
no se pierda.

Pero el corazòn no tiene destino.

Su pulso y latido ha sido escondido
en los bosques y los titanes para siempre.

No es necesario que el hombre
intente escarbar en su corazòn como
escarba en la vida del otro.

Eso ùltimo es màs innecesario todavìa.

Y en esos dìas que descubrimos
ese desierto y su olivo, ese corazòn
y su pulso sin poder decir ya nada.

Lo ùnico que queda es olvidarlo.

La gnosis de nuestras entrañas
lo transformara silenciosamente en
un cometa en la memoria.




Guillermo Isaac Paredes Mattos

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