Arrastrè caminos como la belleza.
Señales de anilina y exodos.
Què hacer con la poesìa a veces fueron todas
mis preguntas.
Y ya que hablo de volùmenes
crecì entre pabellones y plenilunios de truenos
que sin muchos relàmpagos rociaron uniformes
donde el universo esperaba retoques
una acuarela de piel bañada de estambres
o los fondos increibles
con los que mi lìrica
busca una sorpresa.
Pero.
Yo debo ser un hombre rojo que
nunca viste sus sonidos.
Que cavila y vacila entre conciertos
y gritos.
Soy un hombre rojo y mis pobres idearios
aùn preguntan a la creaciòn
por lo vacilante.
Los angeles son el mejor ejemplo de ello.
Al margen del demonio.
Ningun otro cayò a la tierra.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
viernes, 1 de octubre de 2010
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