Tengo cosas en comùn con la vida. Una iglesia
Una hoja, el parentezco con olor a granito,
la fosa donde beben los clanes y los grillos.
El olor a nervio y respiraciòn, a gallo
que tribalmente eleva una cùpula, una rada
donde beben del tiempo escènicos primogènitos.
Escribo por olvido del sol y las preguntas
yerro en el tarot de la cena y ha pasado
que mi hermano fue primordial como la ira.
No tengo navajas para la luz y aguardo
que mi boca pueda recorrer tripulaciones
de acidas redenciones con las puas.
Los filos no son siempre roces
pero descubren el oceano como posiciones
eròticas funciones de alambre en los brazos.
Cuando la poesìa, llamese providencia.
Llamese Divina.
O aquella que uno muerde para su propio
corazòn en los labios.
Cacada noche muerde el destino
de una representaciòn en las manos.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
domingo, 3 de octubre de 2010
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