jueves, 6 de junio de 2019
Teoría de Galgos
No se dice que el amor es un caballo o un cabello.
Una herencia de goznes que determinan la apertura de
un baúl. Apertura muy poco probable cuando se
cifra allí algún secreto. Ese vilo es de la
transparencia.
No se dice que el amor sea un espacio o un espejo
por donde los equilibrios despliegan sus
artículos una mañana de enigmas. De encrucijadas
que emanan de las reencarnaciones.
No se dice del amor cuando dormimos.
Sólo el sueño encuentra una manera de llegar a él.
Y en ese sentido no somos amarillos ni nihilistas.
Sucede que sólo llevamos un tapir en las yemas
de los dedos.
Ello no es multitudinario.
No significa el oxigeno ni la única dirección de
las catalinas en las ruedas de una bicicleta.
Tampoco un escenario llegado desde
un núcleo de jabalina.
Allí sin embargo maniobran
cínicos peces.
Cómo?
También te lo preguntarás.
Más aún cuando a esa imagen enfrentas otra.
En la misma los peces simplemente están
paseando en una laguna.
Una donde también se dice
-con más consistencia-
que el amor no es un caballo o un camello.
-ya no un cabello-
Ni mucho menos una teoría de galgos.
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