Sólo el olvido es contemporáneo.
Sólo la estrella que ha sembrado sus raíces en tus manos.
Pero tú no lo sabes.
Nada más que este mundo inexorable para que puedas
vivir en él. Su memoria en una tarde de lagartos
paseando sus globos en el parque.
Todavía la noche con sus agujas en la arena.
Los barcos que encallaron por ti en la orilla.
La salva y el compuesto. El corazón lleno de axilas.
-toda axila es industrial, seminómada-
El hilo transportado por un juguete.
La economía de una liebre.
La intuición de una paradoja.
Sólo la definición que preña de coeficientes los vidrios.
El agua que forma en ellos extraños neologismos.
La orgía en una corola ebria de extranjeros.
Sólo los límites.
Las fronteras que los himnos abarcan cuando duermen.
Los espirales tomando un jirón de polen
de tus sueños. No por ello descienden de las abejas.
No por ello esa parte que duerme en ti
por la noche es el núcleo de a una colmena. No.
Es nada más una parte de la existencia
que rasgamos cuando estamos solos.
Y una extraña naturaleza en el oído.
Nos habla de la belleza del desprecio.
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