jueves, 6 de junio de 2019

Contemplación





Esta mañana partícipe de algunas palabras
vuelvo a una línea.

Ciertas sílabas formadas por esas palabras
preguntan por sus nombres.

-no aquellos que les fueron dados por los
hombres-

Las que se esconden entre las sombras por 
ejemplo, suspendiendo otras que
yerran en la oscuridad.

En un remoto destello alguien responde.

Sostiene que son nombres que 
-en apariencia- pertenecen al brillo.

Pero dudamos de ello.
Dudamos de las tallos.
De los carbones.
De los ideales con que una flauta desciende
a los abismos de un rostro.

Y se duda de las referencias con que esos nombres
se acercan a los tallos de un árbol.
A las secuencias de un hilo.
Al eter que llegó por encomienda a un trasatlántico.
A las embajadas llenas de colas que generalmente
colman las calles.
-todo el mundo quiere irse de donde vive-
A los marsupiales adheridos a un trapo 
o una esquirla.

Marsupiales atléticos, cuando no ojivas
de lluvia dormidas en los metales.

Acariciadas de noche por la humedad.








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