jueves, 8 de agosto de 2013
Iridiscente y Conceptual
Entiendo el silencio como una especie de trote.
Semejante a los tornasoles o las dedicatorias,
un tanto delincuente.
Igual que una cosa tan eterna o su fugacidad.
Buscando tramontina en los mercados.
Adquiriendo jueces o planetas de vidrio.
Gesticulando o anhelando muecas.
Divisando cordilleras de energìa.
Contusiones de poros y diversas formas de sombras.
Piramidal como una estrella periferica.
Siempre al inicio de los amuletos.
Siempre en la piedra, adhiriendose mortal.
Sin anàlisis, camino a una tragica expediciòn.
Pero hay que aclarar que una tragedia no
es dualmente una visiòn del existencialismo.
Es sòlo oraciòn con un solo verso.
La apoplejìa y la carabina de jerbos.
El occidente con su luna mas mediterranea
que jamàs esta noche.
Los arpones que levantan un ancla de otoño
sin reflejos a su paso.
Las astas del libro privilegiado del hierro.
Las partes bajas del humero.
El acromiòn a lo sumo iridiscente y conceptual.
Lo reitero por las plazas y lo noètico
dentro de todos sus velamenes.
Lo reitero antes de arrojar una pared a mi nuca.
Instalado por tablas medrosas y casuisticas.
Por musculos que trajinan por la nube con
una chalina en sus pedazos.
Vendados para sentir como el musgo.
-Vàndalos, inquisicidores de ensueños-
Como la percepciòn cuando deja de sembrar epilepsias.
Y recoge naipe tras naipe entre las olas.
Lo que la piel ha dejado convertidas ya en liquido
de ellas.
Guillermo Paredes Mattos
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