sábado, 22 de junio de 2013
Reflexiones Sobre Infalibles Sepelios
Nunca he sido metòdico, como un numero entero
conviertiendose en palabra,
dado a decir y por decir, he ideado
mi codo, para que logre ser inèdito,
digamos como el hierro.
Acepto que existen desarraigos y mi
forma de organizar la arena,
jamàs logrò llevarme
a un epitafio.
Nunca he vidido con esa tan poca fuerza
de hoy para encontrarlo.
Un epitafio es el fondo de algùn
dequeismo.
Uno con estilisticas muy extensas
como la mayeutica.
Y yo no estaba destinado a ninguna proporciòn
con esa idea.
Caminè por la tierra.
Fuì un diario.
Mirè el fondo de una silla, equilibrè
mi panico sin necesidad de noches
ya que èstas fueron el tiempo
para escribir y no porque las cosas
se oscurecen.
Anduve por los imperios del diablo
con pocas vitaminas.
Yo no tuve nutriciòn, si eso es
lo que quieres.
Vivì en versiculos como si tanteara al por
mayor alguna desventaja.
Clavè testaferros, màs de una vez en mis venas
pero no por asuntos oraculares.
Nunca como hoy accedo tan lejano a nada.
Tan vacìo a todo.
Eso lo escribo con el deseo de alguien
buscando hugotones entre la medida
del aire y del aceite.
Cabizbajo, extraordinario,
pensando que una ballesta al ser nombrada
borra su sentido,
irregular, complice de arcas y francotiradores
busque mis paises
en jardìnes de neumonìa,
donde los peces llegaban al compas arcaico
desenterrando de una fila de una vez
por todas, su identidad.
Y entonces presentìa como ahora
el juicio de sus mas profundas bengalas.
Como algo abominable y siniestro
llenando de esquirlas las cavernas
de nieve por donde une el corazòn
cada amanecer sus cadaveres.
Donde deja dormir por una tercera vez
la inteligencia de sus infalibles sepelios.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario