miércoles, 19 de junio de 2013

El Numen Irisdiscente







Evitar el numen.
Evitarlo desde una campanada rota
por los àrboles
o la sinalefa de un idioma
castigado por el cuerpo.

Viejos animales cantan ahora
sobre el espejo de sus huertos
polillas amarillas ebrias
de acidos,
con bocanadas y vertigos
donde un lampo
suele dirigirse
a la yesca
con el tambor de 
un ideario,
con la màgica insinuaciòn 
que precede a la
estaca.


No observar en sus vidrios.
No saber quien yerra en su interior.
Mirar en su subjetividad
como si miraramos la nuestra
y escribir despuès que
las auroras en su 
espìritu 
nacen por figuras
que van a resucitar en 
la reencarnaciòn 
de los zafiros.

Cuando el numen se une iridiscente
buscando encontrar
lo profano.




Guillermo Paredes Mattos

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