domingo, 9 de junio de 2013

La Epifanìa de Cera





Nadie camina tan lejos, decidiendo què
arte de soledad es inasible.

Eso lo decide lo inasible.

En el fondo, nadie lo hace tan lejos.


Yo me encontrè con la voluntad en un
momento de epifanìas, cuando las formas
escriben entre nebulosas.

Algunas de ellas lograban soportarse, si 
alcanzaban lo concreto.

El asunto para la epifanìa es atravesar
lo concreto antes de ser tomada por el aire.

Eso se convirtiò en un problema, con 
naturaleza mas existencial que literaria.

Asi, me encontrè en lo que podìa mirarse
intentado caminar como poeta. Era 
una mitologìa de aire, sigue forastera
por los cantaros donde el poder
de lo sobrenatural decide.

Me alimente de nada intentando
llegar a lo sobrenatural.

Sòlo mi cinismo y mi desprecio me
decìan que desde esa manera lo lograrìa.

El fìn seguìa siendo el encantamiento de
un espejo que abre hermosos venenos. Hormigueros
de cipreses para sorprenderne un poco.

Yo habìa perdido esa capacidad.
Mi logro era especifico.
No era como el que posee un diagràma.

Yo habìa perdido esa capacidad por lo tanto 
el agua despertaba una oraciòn que
era el ùnico viajero
de mi conciencia, pues desconocia 
toda leyenda. Todo lo que nos acompaña
escribe sin que lo sepa un prologo de marcial
certidumbre templaria, un oxigeno.

Pero no escribo de leyendas.
Intento llegar a la trascendencia 
que hay en ellas girando un poco.
Extraviando un poco.
La epifanìa paralelamente castra silenciosamente
todos mis paraderos.

Ese es mi ùnico crepùsculo
Las panteras suicidas del arrobo lo saben.

Tambièn el oxido de mis ojos.

Y toda mi astrologìa de cera.




Guillermo Paredes Mattos







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