Todo lo que habìa creado.
Un universo de cera en el aliento
una certidumbre desprendièndose
hacia una valle sin vida.
Hacia un agujero sin rostro.
En los bacilos, cuando el corazòn
vuelve al espìritu con pànicos de àcido en
la boca y los labios inundan el coral
de ese fìn forastero de las playas
de los hilos trashumantes
y los remordimientos
uniendo placeres de sabidurìa igual
al plomo en los filos
y las cuitas
donde un jardìn añade su araña
esa naciòn de polilla
esa temeraria nuca de craneo
arrastràndose sobre un imperio silàbico
en una prosodia
en esa poesìa llamada de espejo
o prelaciòn que asciende a un ovillo
recreando azulejos
catacumbas sin hemisferio
o vocablos de agua.
Aquellos que preparamos inutilmente
para la tierra
en la escarcha del estilo
y la fortaleza de sus aguas
dobladas de noche,
quebradas cada amanecer...
Tan solo en el espìritu.
Guillermo Paredes Mattos
martes, 22 de marzo de 2011
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