martes, 8 de marzo de 2011

9

Poseo un grito, es esotérico.

Grabado por un pino recoge
trementinas.

Lleno de forajidos, crea manchas de nieve.
Alforjas de fuego, yescas
desprendiendo fàbricas de vaticinios
en la boca de un niño, sepultado por mariposas.

Pude escribir luciernagas en vez de mariposas
decir vellocinos o antepasados,
pero el poema escribió mariposas
y lo decidío antes que otra estructura, que una hoja
que la inspiración ebria
y su desastre al soltar sus amarras,
como una torre, tal el relampago
que da ser a la ilusión
llegué a performances con la conciencia
en hechizos de agua
y asolè la luna.

Talismanes, maleficios que contrariamente
al aplacar mi sed, la dejaban hambrienta, sedienta
de otra magia.

De un naipe en las manos del granizo
-desgraciadamente no las mìas-
y mis entrañas sin poder jamàs leer en èl.

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