viernes, 25 de marzo de 2011

Extraña tarde

Extraña tarde, bajo la cual
éste corazón parece llevar otro cuerpo.
Y tiembla.


Mística, como al perder el sentido
de la divinidad entre la providencia,
sólo para que se alze el destino.


Donde el soplo cavila entre la creación
como una particula de huellas
que la inspiración traba
en una nube de carne
o un galpón de huesos.



Lírica tarde, aún no has muerto
entre todos los hombres, por lo tanto algo
en nuestro pensamiento ha de imponerse
sin ayuda del halo.

Sin necesidad de la inteligencia o los
focos comunes. Habituales, llenos de estropicios
arrasados por el tiempo.


Conocimiento de albergue. Pócima de profecía,
extraña tarde llena de arrobos,
quisiera saber que papel ocupa el misterio
en tus pómúlos, en tus cítaras, en lo remoto
y terrible que has púesto entre nosotros.


Ese farol horrible, esa mueca de incesto,
donde el pánico o las sacudidas
llenan de sabiduría una vena, su conexión
con mis átomos o los puestos del sol
antes que la luna toque
el ladrido del perro,
la manada donde desde ayer preparaba
mi corte,
esa espada de ovulos, esa nasciencia
de ser entretenido por una botella inerte
en las dunas del odio.

Allí donde mi amor hizo todo lo posible
para que lo milenario
escupa sobre sus propias espinas.

Sin jamás lograrlo.




Guillermo isaac paredes mattos

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