Rampla del mundo.
Bajo esa presiòn el canto aparece desbocado
como una marioneta.
Monedas y espejos persiguen a los animales.
Altavoces, cirros y parlantes
ensucian efebos.
Y hoy como ayer el conocimiento
pierde la conciencia al ser hallado
por la belleza.
Yo era religioso por ello. Un muñeco
de trapo en el aura, un muerto que regresa
nuevamente de la providencia
porque toda su vida no hizo màs
que buscarla.
Y en esas imagenes fanàticas, respirase vastedad,
peros luminosos, auroras sin nosotros y la
honra cabalistica de un mago sediento.
Pobre mago. Se inclina a las cartas.
Abandona de dìa el poema, pisa la niebla.
Creo en èlpues estoy hecho de peces.
Lo amo casi sin amor y ello me transforma
en una playa,en nòminas de miseria.
Lo amo como si la nche no pudiera darme otra cosa.
Y como buen suburbio, llegue desde una insinuaciòn
con buho marginal y filosofìas de deshechos.
Lo amo categoricamente, con esos absolutos
que la aguja reconoce en los
adoquines de una raza.
Gloriosa y radiante como
un desesperado.
Guillermo isaac paredes mattos
domingo, 20 de marzo de 2011
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