viernes, 16 de julio de 2010

La Otra Estrella

La otra estrella


La que semejante y nuestra

Perteneciendome entre lucidos partos
sin equilibrios, sin armonìas,
tampoco elementos caen en su hermètico fìn
con mi espìritu
y ya que camino a propòsito por los espacios
no puedo decir que estos
-igual- que esa estrella
sean mìos.

No puedo decir que lo sean.

La otra constelacion, el viejo brillo
de mis objetos y su maldiciòn
tomando escrupulos
el sentido de mi infamia, la escencia de la ambiciòn,
las madrugadas de estìo
donde para sentir no hay que vivir ni morir
hay que victimar sutilmente
todas las ideas
buscando hallar una que sea la predestinada
y en
su maligna reflexiòn
el fulgor de su soledad nos diga
porque los trenes pasan de largo sin detener
a nadie.

Y nadie deberìa detenerse.

Nadie deberìa ser comprensible
y concluir
que a todo hombre en lo màs subrepticio
de su humanidad.

Ni siquiera el ser espera.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

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