Abàndono
Conocemos tanto como el dìa, el terror
los cauces cuyas noches irrigan
la postraciòn y decapitan aquello
que llamamos amor o pupila
pomulo de aquel que se estremece.
Resistimos en la espuma
mucho màs porque el viento
recogiendo tu mirada es sagrado y el òpalo
que llega con su rostro
es un crimen,
una lectura.
Agonizamos de manera escultural
de modo que ese inicio de hambre
irrumpe en el cuello
con un habitante
arrastràndo metàforas podridas
a la conmociòn
y sus capìtulos.
Existe esa inspiraciòn por arte
del instinto
cuando la sangre eleva su
dìa carnesì a la mimesis,
a la proporciòn,
durante epìstolas que viven
igual a un cuchillo en las manos
Y con una sensibilidade de sangre
en sus dedos.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
viernes, 23 de julio de 2010
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