La Estela Furtiva
Aprender como la noche a respirar entre silencios,
expresarse igual a tal silencio, sin ninguna consigna.
Observar un àrbol, para ignorar incluso nuestros
vaticinios.
Mirar la nieve, en ella un vidente de agua, se hace
lìquido por primera vez. Su evoluciòn es de angustia.
Dentro de èl, genealogìas de aura, confirman patriarcas
semejantes al granizo y antes que mi hambre los devore,
una arcana sed desprende su matriarcado de luna,
su sacerdote insinuando el universo.
Por ello el sol jamàs pudo convencerme.
Su luz muere en la arena.
Y dentro de nuestros oidos
parlantes de carne ascienden hasta la mantis
simulando conversiones
tremebundas cadenas de aire, un soplo màs
un dìa estreno, escribiendo
en la sustantividad del adjetivo
que la sal que bebe no es de escamas.
Pertenece al libro del genesis.
Cuando el mundo de los hombres
era devastado.
Guillermo Isaac paredes Mattos.
lunes, 5 de julio de 2010
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