Poema
Nosotros, los silenciosos.
Los que fuimos asignados a una marea.
A esa puerta que empujamos pero que nunca terminarà de abrirse.
Los que llevamos tridentes y tambièn ocasionalmente mareas.
Los que desestimamos. Los que vagan. Amamantados por el cielo
o una ubre de pustulas sorprendiendo al semen
bajo un menguante de hiedras.
Que nos fermentamos y pudrimos, que ideamos cachorros
cuando todo ha caido y hasta un exhalo se llena de larvas,
de sepias como un bosque donde vibra la multitud igual
a cantidades de follaje, a aritmeticas que rozan el exilio
para quedarse solas.
Nosotros que jamàs seremos matemàticos, triangulares si se quiere.
Espiralmente el recorrido del vortice cuando llena su pupila
de tristeza, hablo en singular, la otra no sè por donde yerra.
Esos que llenan de cicatrices los excusados y retienen
en cada arpa lso recorridos de un arabe, de una miseria
en la nieve vestida de agua, cuando la ceremonia
pertenece absolutamente al granizo.
Que -en apariencia- quemaremos los cielos
Que -en apariencia- no resistiremos los centimetros
de ningun hemisferio.
Nosotros, los bordes, la linea atroz del poema.
Aquella que esconde otro en sus venas.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
lunes, 22 de febrero de 2010
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