La vena de los Perseguidores
No se inventan calles para que todos se sometan
al uso de la niebla. Tan sòlo se crean.
Ni se desdibujan fàroles de siglos con radiografìa
de goma en las pupilas.
Yo reconocerìa algo de mì cuando la noche
se alarga en la caida de un àngel.
Y los pasos despuntan como naves o revolveres
llevando fragancias de pensamientos.
En el fondo la figura conduce el corazòn
a algo màs profundo como el polvo.
Y en los centinelas de los estandartes sòlo
la brisa te mira pasar en secreto.
Y tù y yo momento, adivinamos que toda manìa
es espìritual y reconoce el lenguaje
como un navegante con el cual se abre
un estambre de niños
sangrientos
en lo màs lejano del diàlogo.
El diàlogo tambièn corta el lenguaje pero
insinua como que la noche
algo espeluznante en
lo remoto.
Una letrina. Un cerco de muelles, un dios
al pasar, la vocaciòn religiosa de
saludo, una ojera, un metodo
de hambre ideològica.
No caminè entre mis venas con aire de persecuciòn,
tampoco hurdì retiradas de larvas cuando
el universo llenaba su rostro
de luciernagas. No.
Vivì como todo el mundo, pero un poco màs.
Eso no es todo, simbolizò rellenar la pereza del
cadaver que unìa alamedas
con un artificio
signfico implicar lògicas que arrastraron
el desencanto a la
iluminaciòn.
Y la razòn a otra
lògica.
Guillermo.
viernes, 26 de febrero de 2010
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