viernes, 14 de septiembre de 2018
Igual que un Cometa Invisible
Reconozco el àrbol.
No siempre tuvo un color azul.
No siempre se alimentaba de astros.
De repente alguna noche grabè
en su tronco las iniciales de un mundo
subversivo. Es decir posmoderno.
Lo reconozco.
Aùn es en varias de sus auroras industrial
y mayeùtico.
Resiste en su pubis
igual que todo aquello que llamase reciproco.
Lo reciproco suele ser una
garganta.
El filtro de un carbòn.
El idua màs iconoclasta.
En sus ramas las hojas que han
crecido este invierno no llevan las mismas
palabras del anterior.
No hay que ser adivino ni ir a los oràculos
para precisarlo.
Es -como decirlo- como un herencia
magnetica
eso de decir que otras palabras sugieren
distintos movimientos
y precisarlo colgado de
travesaños donde al amor
recoge estros y envergaduras.
Solsticios. Meridianos.
Es -en lo profundo- un mundo
incontrastable porque està lleno de
cadenas inasibles en
sus hojas.
Un mundo errante dentro de
un misterioso infinito que verdea
y luego desciende hacia la tierra
hasta convertirse en
hojarasca.
Igual que en el infinito un cometa
invisible.
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