sábado, 22 de septiembre de 2018

Herencidad





Poseo un cuerpo.
No tiene un tallo tampoco una raìz
pero camina por esta ciudad 
con un asta
y la materia que
-hasta cierto punto-
direcciona -digamos- un
albedrìo.

-¿serà este que llevo tan suprapersonal
y mayeutico?-

Sì.
A diario todo en las bacìlicas sucede
de manera profunda.
Incluso la serpentina dirige lo còmico
y teatral que existe
en una palabra.

-la verbacidad no està exenta de 
ello-

Tampoco la tristeza que examina
el gallinazo en mi encìa. Debe tener
algo especial para que aprenda
a aguardarlo cada tarde
con mi rostro de algodòn chino
y esas formales superficies
de dimensiòn india en el
pelo.

Poseo un astro.
Un mundo poco a poco enfermo y solitario
como una luz celeste que
se integra a
las clepsidras
con su suspirito de carne.

!Oh, sì de carne!

De inutil coeficiencia y artroprodos.
De absurdo caos que abonamos en cada vereda
con sudor y excremento.
De nihilismos semejantes a las ramas de una
mandìbula donde el rigor
de la piel 
vuelve a ser polisèmico
como alguna caracteristica de nuestros
ancestros.

Aquellos que crearon las primeras
tristezas.

-ten la seguridad-

Semejante a las que cada uno sobre la tierra
llevamos.







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