miércoles, 4 de octubre de 2017

Rehenes




La vida de todos los árboles.
La vida tanto como la existencia de todos los árboles.
La realidad como una intuición que roza las pirámides.
El sol encerrado en los baules con un pentagrama.
El nivel rosado de una pua antes de llegar al sueño.

Y entonces los planetas dormidos en una ballesta
decoran la silueta de una errante manzana.
Decoran el silencio con que las cupulas seducen entrañas.
Esa soledad donde la poesía no hace más que imitar
inutilmente su propio reflejo. Su extraño pendulo.
Su pesada brújula.

Diarios de maderas para que este crepúsculo encuentre
sus libélulas. Para que no sean más distantes las grietas que
aún vemos en el horizonte.
En todas duerme un monólogo empujado al iris por
las bujías.
En todas hay un lirismo que precede a las escamas.
Que antecede a un monólogo.

La vida de todos los árboles.
El mendigo ante el mar buscando faroles.
Perimetros de sal donde nuestras prisiones no naufragan.

Y de nosotros infinita y desesperadamente no
dejamos de ser los rehenes.









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