sábado, 3 de enero de 2015

La Brisa de los Dromedarios







Las palabras se acortan.
Forman submarinos, calzan liebres.

Creadoras de resplandores
o abismos, las palabras se acortan.
En su huida al genesis forman verbos y 
también espirales llegando de los
truenos. Recrean estrellas
hasta un pensamiento
que escala en la 
noche con
martillos y plateas como los que
muestran los navíos
en sus escritos dorados.

Forman discretos planeadores 
donde un iglu
diseña cada amanecer el cuadro
de una pradera
de un centinela raido por las
esmeraldas.

Inmensas e insinuadoras
de misteriosas espoletas en sus gavieros
las palabras enseñan un interior
que no está hecho de carne
pero sensualiza cada 
pradera vocalizando en el mar
gesticulando u ondeando
al ceder en la sed de
las praderas
cuando la mistica de todo objeto
sube a los mástiles con un
carbón en los labios que todos alguna
vez tocamos o amamos.

Camina de reflejo en reflejo
hasta las arañas y
musicaliza en el orden sagrado
de las escaleras y disciplinas
como un jirón alado
que escala en las ballenas
durante una noche
silenciosa.

Cuando la brisa llega de los
dromedarios.






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