miércoles, 28 de enero de 2015

El Único Diluvio






He estado a un punto de la luz.

Solitariamente como quien tiene una sola
historia de lucidez entre la soledad.

Hecho de papiros y granos como los archipielagos.

Entre conocimientos y valles de tulipanes.

Como quien no tiene referencias del oceano ni
dioses buscando la altura del verano.

Inhospitamente como un navío sin precipicios.

Bajo el ambar y lo invisibles que sigue a la
destrucción.

Entre cartas astrológicas de gacelas.

Entre piletas de nidos irreversibles.

Explorando vortices y pavimentos de magnesio.

Sobre esa distancia que separa una iguana 
del helecho.

Con fábulas que siguen a los objetos bajo
pulsos inigualables.

A un paso de la circunvalación de las
nebulosas.

En una historia abordada por ciclopes y sirenas.

En sinuosidades que se yuxtaponen y sincronizan.

Bajo criterios y tallos de granizos fosforecentes,

En el arte primitivo de las ciudades-salmones.

Proyectando rigores y siluetas que se desvanecen.

Con psicologías de platanos junto a historias de
salitre.

En los cursos del parpado, siempre sobre la
conmoción.

En el ser más remoto del ser en las constelaciones.

A un punto de lo convexo y sus herraduras.


Pensando sólo en la poesía y en su espíritu
como el único diluvio del mundo.





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