sábado, 31 de enero de 2015

Actividad





Todo aqui puede pensar que duermo.
La noche, la habitación ebria de cuadernos y
las prendas en ella, el sonido de algo silencioso
que deja de ser lo invisible en el aire.
Loa cadaveres de hormigas que
otras arrastran.

La puerta semiabierta nos recuerda primates.
Puedo afirmarlo con ese olor a selva que traen
sus monólogos. Lo percibo con el esmalte que
cubre esta puerta desde la cual no logro 
avanzar, por las formas de hierro insertada en
ellas; hablo de una cerradura.

Todo logra pensar que duermo, pero no.
Yo estoy caminando en un sueño y ello parece
recoger postreros astronautas del atardecer. 
El cuerpo de un niño en el crepúsculo, un verdugo 
idéntico a lo que inclinandose es una tortura.
Una de hipocampos.

Paralelamente la rosaleda deja la historia de
la espina. En ella una rosa en la cual el horizonte
creía, tan resuelta como una serpiente el
engullir un velero.

Descubro que no soy aquello por lo cual
me sentaba a memorizar, soy conciente del
mediodía sin cielo y de una mosca postmoderna.

La habitación me deja ver sus asteroides ahora
me siento relativamente serenos por ello.
La mosca es postmoderna dije y eso parece
provenir de hojas y brazaletes.

Donde se desvanecen para emanar un iris.






No hay comentarios:

Publicar un comentario